Por todos es conocida mi falta de puntualidad, es algo que está ahÃ, un hecho, algo irrefutable. Mis retrasos son tan insultantemente repetidos en el tiempo, que se están convirtiendo en algo cotidiano, algo común. En consecuencia, mi falta de puntualidad es algo con lo que, por mucho que me esfuerce, la gente que me rodea tiene que convivir.
wall&clock de Cathérine en Flickr
He intentado cientos de veces ser puntual, pero hay algo fuera de mi alcance, que por algún motivo me lo impide. Obviamente, he desarrollado un talento innato para ofrecer todo tipo de excusas, sobre todo a la gente que no me conoce demasiado. No es que me guste mentir, lo que sucede es que no quiero hacerles daño con la verdad.
Os dejo este enlace con unas cuantas excusas para llegar tarde a una cita, pero si he de escoger una, me quedo con ésta. Es sencillamente soberbia, en todas sus acepciones.
«He llegado tarde porque querÃa poner a prueba tu paciencia.»